Edición N° 410 - Junio 2017

Don Augusto Roa Bastos: El centenario de un gran escritor paraguayo

 
  • Augusto Roa Bastos

  • Mercedes Barcha, Leopoldo Marechal, Elbia Rosbaco, Gabriel García Márquez y Augusto Roa Bastos (agosto de 1967, en Buenos Aires).

  • Estatua de bronce erigida en honor del escritor paraguayo en el Parque Iberoamericano de Santo Domingo. Lo inmortalizó el escultor y diplomático Juan Gilberto Niñez quien también realizó la escultura de Agustín Pío Barrios colocada en ese parque en 2015

  • Roa Bastos expulsado del Paraguay en 1982, rumbo a Clorinda, Argentina.

  • El día en que Don Augusto reencontró el portón de su casa de la infancia en Iturbe (1994).

  • Fidel Castro premió al escritor paraguayo con la Orden Jose Martí en el Consejo de Estado de Cuba, en La Habana, el 23 de agosto de 2003. Esta orden es el más alto rango que se da a los intelectuales por el gobierno cubano.

 

Escribe Lisandro Cardozo

“Desesperada soledad que me hace

día a día bajar hasta los hombres

a ganarme mi pan con mis dos manos,

negándome el reposo de la noche:

ese subir peldaños de trasmuros

para moler mi trigo de emociones

en los altos molinos de mis sueños”.

(Fragmento de: Depreciación al minuto iluminado).

Marzo de 1943

 

Augusto Roa Bastos, es sin duda alguna, nuestro más reconocido escritor a nivel internacional, habiendo realizado gran parte de su importante obra en el exilio, transitando caminos amargos entre Buenos Aires y Toulouse, Francia. En la capital de la  Argentina, donde vivió 30 años, se dedicó a escribir y consolidar su obra y particular estilo, trabajando guiones cinematográficos, que fueron llevados al celuloide y algunas de sus obras fundamentales, que son los preparativos a su gran novela, Yo El Supremo. Roa Bastos nunca olvidó su país ni su lengua, tanto que escribió numerosos poemas en guaraní.  En la Universidad de Toulouse, ejerció la docencia sobre literatura paraguaya y latinoamericana, y siguió escribiendo cuentos y novelas, además de enseñar la literatura y la lengua guaraní.

Con los años y tras darse a conocer con su primera novela, Hijo de Hombre y su libro de cuentos, Trueno entre las hojas, formó parte de un privilegiado grupo de escritores latinoamericanos, que fueron enmarcados en el denominado “boom”. El mismo fue conformado por el argentino Julio Cortázar, el colombiano Gabriel García Marquez, el Premio Nobel nicaraguense, Miguel Angel Asturias, el cubano Alejo Carpentier, entre otros.

Un sitial preferencial entre sus galardones ocupa el Premio Cervantes, por su larga trayectoria y su obra capital, Yo El Supremo. El mismo es considerado, el Nobel de la literatura castellana, y le fue entregado el 23 de abril de 1990, en el Paraninfo de Alcalá de Henares, por el Rey de España. Este premio le fue adjudicado el año anterior, coincidente con la caída de la dictadura de Stroessner, contra la que luchó toda su vida.

 

Ignorado a nivel oficial

 En el presente año se recuerda el centenario de su nacimiento, y por tal motivo, es merecedor de innumerables homenajes por parte de la sociedad civil, no así la oficial, que hasta ahora no hizo figurar en su agenda cultural ni siquiera una recordación. Pero no debe extrañarnos, pues otros grandes héroes civiles son ignorados en el centenario de sus nacimiento que se cumplen también en el presente año, como son: Epifanio Méndez Fleitas, Hugo Rodríguez Alcalá y José María Rivarola Matto. En el caso de Roa Bastos, se ha creado una comisión de festejos, encabezada por la fudación que lleva su nombre. Además participan algunas instituciones privadas y la Sociedad de Escritores del Paraguay, y con esos eventos se cubrirá todo el 2017, con diversos actos que ya arrancaron en el mes de enero pasado. El más reciente reconocimiento a nuestro escritor fue la participación de Paraguay, como país invitado, en la Feria del Libro de Santo Domingo (República Dominicana), donde Augusto Roa Bastos fue el principal homenajeado.

 

Una escultura en Dominicana

En la República Dominicana, en el Parque Iberoamericano, se erigió una magnífica estátua de bronce en su honor. El auspicioso hecho fue muy comentado en nuestro medio, puesto que no existe nada similar hasta ahora en nuestro país. Se significó además, que el gobierno de un país extranjero valora a nuestro Premio Cervantes, mientras acá prima el egoismo y la chatura mental.

Se informó que la obra fue realizada por el escultor y diplomático Juan Gilberto Núñez, presidente de la Fundación Luces y Sombras, de Santo Domingo. Se dijo además, que una escultura similar se colocará este año en la Plaza Uruguaya, según dio a conocer la directora del Centro Cultural El Cabildo, Margarita Morselli.

 

Roa Bastos, en la FIL de Buenos Aires

Recientemente, Roa Bastos, también fue motivo de homenaje en la Noche Paraguaya de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, donde acudieron varios autores nacionales y se presentaron libros de nuestro gran escritor. Los libros de Augusto Roa Bastos fueron muy solicitados por los lectores argentinos y extrajeros, que de esta forma acceden a la literatura paraguaya.

 

Un escritor multifacético

Roa, en su dilatada vida ejerció el oficio de periodista, guionista, poeta, escritor, ensayista y dramaturgo y ha dejado importantes obras literarias, incluso varias inéditas. Su preocupación primordial fue la juventud y en cuanto pudo, tomó contacto con ellos en instituciones educativas de todos los niveles. Precisamente esta labor de acercamiento a la juventud, le costó conocer de nuevo el exilio, esta vez expulsado durante el gobierno de Stroessner.

 

Su biografía

Nació en Asunción, en 1917, y falleció en el Barrio Manorá, de la misma ciudad en el 2005. Narrador y poeta paraguayo, sin duda el escritor más importante del siglo XX y uno de los grandes novelistas de la literatura hispanoamericana. Pasó su niñez en el pueblo de Iturbe, lugar que le sirvió de inspiración para muchas de sus creaciones. En 1932 se escapó de su casa para alistarse en el ejército durante la guerra del Chaco. Esos años, durante los que permaneció en la retaguardia, fueron cruciales al proporcionarle anécdotas y vivencias que alimentarían su literatura.

En 1936 trabajó en Asunción como periodista para El País, que luego sería el diario Ultima Hora. Llegó a ser el director de El País. Por entonces, con la escritora española Josefina Plá, el poeta Hérib Campos Cervera y otros pocos, inició la que sería la renovación poética paraguaya de la década de 1940.

En 1944 viajó a Gran Bretaña, con una invitación del Consejo Británico, y trabajó allí como corresponsal para El País y también en la BBC de Londres, donde fue el primer locutor paraguayo.

Poco después de regresar al país, fue forzado al exilio tras la Revolución de 1947, cuando se ordenó su arresto, hecho que lo obligaría a vivir en el exterior por más de cuarenta años, de los cuales los primeros treinta transcurrieron en Buenos Aires.

 

La supervivencia en la Argentina

Durante este largo período trabajó entre otras cosas como guionista cinematográfico, una profesión que calificaría como “de supervivencia” pero que sin embargo influyó en su “estilo descriptivo”, tras haber estructurado los argumentos de una docena de películas. En 1953 publicó su colección de cuentos El trueno entre las hojas, libro al que le siguió, en 1960, la novela Hijo de hombre, por la que recibió el unánime reconocimiento de la crítica. De modo fragmentario, esta obra abarca cien años de historia paraguaya, y en ella hay que destacar el rigor técnico con que el autor traza su complejo relato y la fuerza expresiva de una prosa mestiza (mezcla de español y guaraní) que transcribe el habla regional.

Más tarde dio a conocer El baldío (1966), Madera quemada (1967) y Moriencia (1969). Pero su fama internacional no llegaría hasta 1974, cuando publicó Yo El Supremo, novela histórica que protagoniza el dictador Gaspar Rodríguez de Francia, obra que lo estableció definitivamente en la vanguardia de los escritores del continente y por la que pasó a formar parte del llamado boom latinoamericano.

Figura siniestra y a la vez fascinante, con visos de déspota ilustrado, Gaspar Rodríguez de Francia encerró materialmente a su país dentro de un círculo de autoritarismo y de aislamiento. En la novela, el narrador queda sustituido por un compilador que proporciona materiales al lector para que sea éste quien la monte o construya. Como obra del lenguaje, profundiza en las raíces del español paraguayo, en busca de lo que se ha calificado de “oralidad escrita”, lo cual potencia la creación de neologismos, deformaciones y continuos juegos tanto léxicos como sintácticos.

En 1976 se integró al plantel de profesores de la Universidad de Toulouse, en Francia, donde enseñó literatura y guaraní hasta 1984. En 1982, durante una visita que realizó a su país, fue expulsado del Paraguay y se le confiscó el pasaporte, acusado por el régimen de Stroessner de adoctrinar a la gente joven con la ideología marxista. Como única prueba se presentaron documentos que demostraban que había estado en Cuba.

De 1985 en adelante fue un opositor activo al gobierno de Stroessner y actuó como embajador no oficial del Acuerdo Nacional en Europa. En febrero de 1986 publicó una Carta Abierta al pueblo paraguayo, que circuló ampliamente dentro del país y en la que se exigía una transición a la vida democrática. Poco después de la caída de Stroessner regresó al Paraguay. En noviembre de 1989 recibió el Premio Cervantes.

Sus publicaciones posteriores incluyen las novelas Vigilia del almirante (1992), El fiscal (1993), Contravida (1994) y Madama Sui (1995). También publicó piezas de teatro y numerosas antologías de relatos como Los pies sobre el agua (1967), Cuerpo presente y otros cuentos (1971), Lucha hasta el alba (1979), Antología personal (1980), Contar un cuento y otros relatos (1984).

 

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