Edición N° 417 - Enero 2018

La Mezquita de Córdoba y la Casa das canoas, edificios preferidos

 

Anatxu Zabalbeascoa, la periodista e historiadora especializada en arquitectura, en el 2015 realizó sendas entrevistas realizadas a dos referentes de la arquitectura mundial como son Jacques Herzog y Zaha Hadid (fallecida en marzo del 2016), a quienes indagó sobre cuál sería su edificio favorito.

Y este es el resultado.

 

Zaha Hadid: “Niemeyer tenía un talento innato para la sensualidad”

La proyectista destaca entre sus obras predilectas el hogar que se construyó en Río de Janeiro el arquitecto brasileño.

“Cuando era niña y vivía en Bagdad tenía la suerte de viajar con mis padres todos los veranos”. El padre de la arquitecta Zaha Hadid fue un político progresista -anterior a Sadam Husein- que, tras estudiar Economía en Londres, llevó a Irak ideas del Partido Laborista como la reforma agraria o los derechos de los trabajadores. Así, en esos viajes familiares, Mohammed Hadid fue trazando una ruta por los museos y los edificios del mundo que uno no debía morirse sin conocer, cuenta su hija.

Ella recuerda haber visitado, a los siete años, la Mezquita de Córdoba. Fue entrar y abrir la boca. “Claro que hay muchos otros lugares extraordinarios, pero el contraste entre la oscuridad y la iglesia central de mármol no he podido olvidarlo. Se adelantó siglos a los proyectos híbridos que construimos hoy”, dice.

Por eso, para buscar un edificio inolvidable, esta arquitecta, que lleva más de media vida asentada en Londres, recurre a sus viajes de adulta. Y a su arquitecto favorito: el brasileño Oscar Niemeyer.

“Era un virtuoso del espacio. Tenía un talento innato para la sensualidad, por eso construyó una arquitectura moderna crítica con la modernidad. Ha habido muchos arquitectos experimentando con las formas, pero él lo hizo con mayor ambición: construyó con hormigón formas aparentemente líquidas”. Para la autora de la Ópera de Guangzhou, en China, o del Centro Acuático de Londres, “la impresión que dan los proyectos de Niemeyer es que le salieron de un solo trazo, sin esfuerzo, sin interrupciones, sin necesidad de corregir”. Sin embargo, se aprende pronto que algo que se percibe tan natural y sencillo tiene detrás un inmenso trabajo. Por eso la primera mujer que consiguió el Premio Pritzker (en el 2004) ha elegido la casa del arquitecto carioca en Río de Janeiro. “Tuve la inmensa fortuna de visitarlo en su Casa das canoas, en Barra da Tijuca”.

Hadid piensa que Niemeyer fue un genio del siglo XX. “Pero su talento no siempre se reconoció con generosidad. Su estilo libre, sensual y extravagante se juzgó ornamental”. Esta vivienda explica cómo las curvas no son caprichosas, al contrario: obedecen a la búsqueda de sombras en el interior o la voluntad de convivir armónicamente con la exuberante vegetación exterior. También a la necesidad de adaptarse a los desniveles del terreno. Así, esta casa de hormigón y vidrio obedece a razones concretas y es lo contrario de la exquisita caja que Mies van der Rohe levantó con su famosa Farnsworth en Plano, Illinois. “La lección de Niemeyer es cómo la arquitectura moderna, se puede permitir ser cercana, llegar a pertenecer al lugar en vez de imponerse en él”. Para Hadid, además, el arquitecto brasileño fue un modelo. “Animó a los demás a buscar una mayor exigencia. A querer aportar más con los edificios. A mí me dio fuerzas”, reconoce la arquitecta, quien admite que fue Le Corbusier quien despertó a Niemeyer cuando llegó a Brasil en los años treinta. “Sin embargo, Niemeyer sacó de Le Corbusier todo el talento escultural que la modernidad mantenía encerrado en una jaula cartesiana. El Le Corbusier más libre, el de Ronchamp, se cuajó en Brasil”.

Para Hadid, Niemeyer devolvió la lección aprendida haciendo avanzar la arquitectura un paso más.

 

Zaha Hadid

Nacida en Bagdad (1950) es la primera mujer que alcanzó reconocimiento en un ámbito, como la arquitectura, históricamente misógino. Autora del MaXXI de Roma o el monumental Centro Heydar Aliyev en Bakú (Azerbaiyán), firmó el Centro Acuático en los Juegos Olímpicos de Londres.

 

El arquitecto Jacques Herzog elige la Mezquita de Córdoba

El creador de la Tate Modern es un apasionado del estilo islámico. “Es el más interesante de Europa”, dice del templo cordobés.

Al suizo Jacques Herzog y a su socio Pierre de Meuron les cambió la vida cuando, en el año 2000, culminaron la transformación de una antigua central hidroeléctrica en la Tate Modern de Londres. Lo que hicieron fue convertir la enorme sala de turbinas del museo en un lugar para que la gente paseara y se sentara a charlar. De los suyos, ese es su edificio favorito, aunque en España hayan levantado otros como el TEA de Tenerife, el Forum de Barcelona, el Caixa Forum de Madrid o la ciudad financiera del BBVA en las afueras de la capital.

Herzog construyó también en Tenerife la casa en la que suele descansar. Viviendo en la isla ha aprendido español. Y viajando por España ha indagado en la cultura y la arquitectura islámica tan alejada de la de su país. Por eso tiene claro cuál es su edificio favorito a pesar de advertir que no es “muy mitómano ni coleccionista”. “Soy más un cazador”.

La Mezquita de Córdoba es el edificio que Herzog no se aburre de mirar. “No me canso de visitarlo. Es el más interesante de Europa. Admiro lo que llegaron a inventar los musulmanes. Ellos recibieron la influencia persa, pero aquí innovaron haciendo un espacio sin jerarquías. En realidad inventaron el espacio abierto del supermercado, con multitud de pilares, pero sin el orden jerárquico de un pasillo central”.

Jacques Herzog -que ganó con su estudio el Pritzker del año 2001- explica que el hecho de no tener una nave central ni espacios principales y subsidiarios como la arquitectura romana la convierte en un lugar muy contemporáneo. “¿Cómo inventaron un espacio tan alucinante?”, se pregunta. Y enfatiza que la de Córdoba tiene ese valor democrático que la sitúa por encima de la Gran Mezquita de Estambul, que, siendo maravillosa, deriva de una arquitectura clásica, algo que no le permite ser un espacio inesperado.

La Mezquita de Córdoba le hace pensar. Y le sorprende por la manera en que están reutilizadas las columnas antiguas, “cómo se ponen una sobre otra sin perfección, con ingenio”. Partir de lo existente humaniza la arquitectura, dice. “Trabajar con lo que encuentras es más interesante que hacer tabula rasa”.

Son muchas las veces que ha visitado su edificio favorito. La primera, cuando tenía 40 años. La última, hace unos meses. “Vuelvo porque siempre aprendo algo nuevo”. Hace poco se fijó en las fuentes. “El mosaico juega con la percepción. En la antigüedad romana y griega, la perspectiva es muy matemática, mientras que los árabes -también con criterios matemáticos- la difuminan, la borran con la fragmentación del mosaico, dándole un aspecto alucinatorio que invita a soñar”.

Apunta el arquitecto que la Alhambra (él solo dice Granada) “es tan bonito que es demasiado bonito”. Pero insiste en que la arquitectura islámica es una gran fuente de conocimiento útil para hoy. “Más que la rigidez clásica”.

Herzog no ha construido nunca en un país musulmán. Pero confía en que el proyecto para el Museo Orientalista que idearon para Qatar se empiece a levantar un día no muy lejano.

 

Jacques Herzog

Nacido en Basilea, 1950, forma con Pierre de Meuron el tándem más reconocido de la arquitectura actual. Autores del Tea de Tenerife o el Caixa Forum en Madrid, su base es la reinvención plástica. La Tate Modern de Londres marcó un antes y un después en su carrera.

 

 

Fuente

http://elpais.com

Fotos Casa das canoas: Mandu’a