Edición N° 420 - Abril 2018

Lo mejor que leímos

 

 

De zoquetes, fatos y curros

Hay gente memoriosa en este país que puede recordarlo mejor, pero tengo entendido que la palabra “zoquetero” se gestó juntamente con la sección “certamen de trepadores” en uno de los periódicos políticos opositores de finales de la década del sesenta y comienzos del setenta. Creo que ese periódico fue El Radical.

Así fue que “zoquetero” fue adjudicado a los opositores que se avenían a renunciar a sus ideales y principios por un cargo generalmente electivo, mientras que el de “trepadores” fue para los oficialistas que hacían lo imposible por agradar al dictador Alfredo Stroessner, tan solo para continuar en el cargo o para merecerse uno mejor.

Posteriormente se gestó la figura del “fato”, hecho o acción, especialmente si es de carácter deshonesto o ilegal, a lo que se adhirió el argentinismo de “curro”, entendido como un trabajo ocasional conseguido mediante tráfico de influencia, que permite ganar sin mucho esfuerzo y nada de vergüenza.

Como pueden ver, de simples e inocentes inconductas personales de faltar a los principios de la delicadeza frente a las tentaciones del poder, de un lado, y del otro, frente a las debilidades de la vanidad, se pasó a un escenario de actos de corrupción y clientelismo considerados fatos y curros que en su conjunto hoy día constituyen el estado de corrupción, verdadero cimiento de nuestro sistema político.

El de la dictadura fue un sistema especial de corrupción: sólo se podía robar si el dictador lo permitía, de modo que muchos podían disfrutar de zoquetes y ejercer el derecho de la lisonja, pero la falta de la venia respectiva impedía participar del reparto de la torta. Había, por ende, zoquetes sin fatos de por medio o trepadas sin curros, pero el estado de corrupción imperaba tan campante como hoy.

Actualmente los zoquetes y las trepadas solo están para tratar de encubrir los fatos y curros que se gestan, se forman, se desarrollan, se concretan, se reparten y se disfrutan en el marco del amplio estadio de corrupción. Cada zoquetero, cada trepador tiene el derecho de imaginarse un fato o un curro y plantearlo a cambio de algo y de esta simple manera la maquinaria avanza y se fortalece con cada hecho de corrupción.

El sistema se ha desarrollado tanto que parece haber llegado a un grado de perfección. Cada uno en su zona maneja una cuotita de poder que le permite exigir o negociar determinadas áreas de fatos y curros que se pueden traducir en licitaciones, concursos, nombramientos, candidaturas y etcéteras que incluyen las mil y una formas de hacer fatos, desde el oficialismo y la oposición, desde la derecha y la izquierda, desde arriba y desde abajo, desde lo público y lo privado.

Esa cuotita de poder incluye los favores, cuando menos de un fiscal y un juez con su bufete de “abogados exitosos”, porque para los más capos están los ministros de la Corte y algunos que otros miembros del Consejo de la Magistratura y del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, incluida la Contraloría, no sea que por un descuido algún honorable corrupto vaya a parar a la cárcel. Pobre Paraguay anga.

 

Edwin Brítez

Abc

07.03.18

 

 

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