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Año 41 - N° 491 - Marzo 2024

Editorial

Otra vez asoma la dictadura

Los que gobiernan el país están demostrando una peligrosa inclinación a revivir el nefasto autoritarismo del sanguinario Alfredo Stroessner. No ya con torturas, opositores arrojados de aviones o al curso de los ríos, desapariciones, cárcel, exilio o cualquier otra forma de violencia física sino resucitando un arma tan letal como aquéllas: la dictadura de que la mayoría manda y pueden cometer todo tipo de atropellos.

Esa actitud tiene una premisa básica: la Constitución, las leyes no importan. Lo que realmente sirve y tiene autoridad es la mayoría que puede “acomodar” a su capricho las normas para que estén en consonancia con sus intereses.

Esa violencia disfrazada de legalidad, es, claramente, represión, intolerancia y barbarie. No porque se ejerza sin sangre visible deja de ser un atropello flagrante a la dignidad humana, a la democracia y a la convivencia.

La expulsión sumaria de la ahora exsenadora Kattya González de su banca en la Cámara Alta hay que leerla en su justa dimensión para interpretar el itinerario que va a seguir el gobierno de Horacio Cartes intermediado por Santiago Peña: no va a tolerar a los que con coraje desnudan la miseria de politiqueros que se aprovechan del Estado, con funcionarios públicos sinvergüenzas, dinero de los impuestos derrochados en banalidades, tráfico de influencia inmunda y otros males que la exparlamentaria y unos pocos legisladores les enrostra a diario.

Fue tan burdo el ensañamiento contra la parlamentaria que 24 horas después de que se presentara el libelo acusatorio, al que ella no tuvo acceso para defenderse, ya estaban votando su expulsión luego de cambiar la norma reduciendo otra vez el cuórum -que ellos mismos habían aprobado-, de 30 votos a 23.

Los cartistas ni siquiera se ocuparon de atacar a la senadora en la sesión a tambor batiente: para eso estaban cuatro liberales -sobre todo uno, de reconocidos antecedentes- que, traicionando el mandato de su partido, se encargaron de “representar” a los verdaderamente interesados en quitar de en medio a una voz de fuego que les echaba en cara sus pecados.

El “Vamos a estar mejor” es más nítido cada vez: estrategia del temor que en cualquier momento pasar a ser del terror, para que ellos sí estén cada vez mejor, sin cuestionamientos de peso, y el pueblo continúe su calvario crónico sin trabajo, con salarios de hambre, sin seguridad física ni legal, sin salud y educación de mínima calidad, sin oportunidades y sin porvenir.

Cartes y los suyos creen que abusando de su poder han triunfado. No. Su demostración de fuerza es debilidad indisimulada que atenta contra la democracia y obliga a tomar posiciones tal como han hecho de manera unánime varios estamentos de la sociedad civil que debe estar alerta porque el camino de la dictadura de la mayoría y el acoso a los que quieren un Paraguay mejor acaba de dar un zarpazo feroz ante el que no se puede ser indiferente.

 

 
 

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