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Año XXXVIII - N° 448 - Agosto 2020

Editorial

La corrupción, la peor pandemia

La corrupción es, sin duda, el mas grave problema de nuestro país. De manera habitual aparecen funcionarios deshonestos que manipulan las adquisiciones para obtener jugosas ventajas económicas personales. Por supuesto, no lo hacen solos. Hay toda una red de complicidades alertas. Obviamente no está ausente el sector privado ofertante de bienes y servicios que, conocedor de las “reglas” de juego, se aviene a jugarlas.

En el proceso de enfrentamiento al Covid19, la corrupción en las compras públicas no ha estado ausente tanto en el Ministerio de Salud Pública´(MSP) como en otras instituciones del Estado.

La buena letra que había hecho el Ministerio en los primeros meses al cerrar las fronteras, establecer el confinamiento preventivo en los hogares y otras medidas eficaces para retrasar la llegada masiva de la enfermedad que azota al mundo cayó al suelo abruptamente por la aparición de serias sospechas de irregularidades en las adquisiciones de insumos de uso hospitalario.

El primer gran escándalo que alertó a la población acerca de la necesidad de mirar muy atentamente todo lo que se estaba comprando y por comprar apareció en la sobrefacturación de tapabocas en la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac). A las mismas se dio en llamar “tapabocas de oro” porque de su irrisorio precio en el mercado saltó a un monto desmesurado.

Casi paralelamente se dio otro caso parecido de precios exorbitantes en Petropar. Allí las adquisiciones de tapabocas y agua tónica también tuvieron un costo que a todas luces había sido “retocado” con fines obvios.

En el MSP, en tanto, se vivieron confusos episodios en torno a la adquisición de insumos que llevaron a sospechar seriamente de la existencia de hechos irregulares. Y, efectivamente, la formación y posterior intervención de la Comisión Especial de Supervisión y Control (CESC) constató, en corto tiempo, la existencia de 32 irregularidades en los procesos de compra que por entonces estaban en marcha.

Si la corrupción es grave, es también muy grave el entorpecimiento del proceso de intervenciones han retrasado las tareas de equipamiento porque en algunos casos se han tenido que rescindir contratos y comenzar un nuevo proceso de compra. La pérdida de tiempo es una de las nefastas consecuencias de la situación que se generó.

La rendición de cuentas de la Comisión creada para garantizar la transparencia y la seguridad de las compras ha dejado un sabor amargo en la ciudadanía porque después de que todo apuntaba a que hubo corrupción en los procesos de compra cuestionados, dijo que no había pérdida alguna de patrimonio del Estado y que el dinero desembolsado por adelantado se va a recuperar a través del seguro. Esto fue tomado como una apuesta a la impunidad.

El órgano natural del Estado para investigar estas situaciones es el Ministerio Público, pero sus actuaciones han demostrado que no es, lastimosamente, una institución confiable. A menudo se vuelve cómplice de los corruptos por su inoperancia o por su negligencia acumulando una enorme deuda social con la ciudadanía.

Por eso es necesario que la sociedad civil organizada, en sus diversas expresiones (partidos políticos, sindicatos, asociaciones, etc.) sea la que controle y presione por los medios lícitos de que disponen para que las instituciones cumplan con su cometido. Ese es un método de lucha contra los corruptos, la impunidad y las instancias que los protegen. De lo contrario, los que lucran con el dinero público seguirán burlándose de todos.

                                                                                  

 

 
 

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