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Año 41 - N° 481 - Mayo 2023

Editorial

Combatir y castigar a los corruptos, prioridad absoluta.

Los malos gobiernos –entiéndase por gobierno la administración del Estado ejercida por los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial- han generado un montón de cuentas pendientes con la ciudadanía. En más de 30 años de lo que se ha denominado democracia no se ha construido un país de base sólida para mirar con esperanza el porvenir.

Con el nuevo gobierno, una de las cuentas pendientes que habrá que empezar a saldar es la corrupción en la Administración Pública. Esa corrupción se da en las instituciones estatales en el desvío de fondos pertenecientes a los contribuyentes del Fisco para el enriquecimiento de los que detentan el poder y sus cómplices.

El negociado de las licitaciones en el que el ganador de la convocatoria ya se sabe de antemano porque hay connivencia entre uno de los oferentes y los encargados de tomar las decisiones es uno de los clásicos casos de corrupción. Bajo una fachada de legalidad, triunfa la ilegalidad porque el dinero de la coima rompe los esquemas de la libre competencia.

La administración de justicia es otro campo donde sobreabunda la corrupción. Quien coimea más, tiene la “razón”. El derecho es pisoteado por el dinero o el tráfico de influencia. Poderosas fuerzas extrajudiciales entran en juego para distorsionar los resultados de los juicios.

De sobra se sabe la existencia de prácticas corruptas en casi todos los ámbitos. Pero hay un silencio de complicidad de quienes deberían denunciarlas y solicitar un castigo para sus responsables. La impunidad apañada por la inoperancia y el dejar que las cosas sigan en su rumbo torcido es el escudo que ampara a los sinvergüenzas. La intervención de un país extranjero para señalar a algunos de los “significativamente corruptos” es indignante, pero es evidente que hace lo que las instituciones encargadas de velar la soberanía interna en todos los ámbitos no han hecho en tiempo y forma.

Mandu’a, en su línea editorial, bregó siempre por un país mejor, por una democracia de pantalones largos, con gobernantes honestos y patriotas, economía sana y robusta, soberanía en todos los ámbitos, seguridad, salud y educación de calidad para todos, equitativa distribución de la riqueza, castigo para los delincuentes de todos los rangos e igualdad de oportunidades. Hoy se reafirma en sus principios y aboga por que el nuevo gobierno tenga suficiente voluntad, coraje e inteligencia para construir un país mejor, a imagen y semejanza del Paraguay nuevo que muchos soñamos.

Dada la fecha de las elecciones es imposible emitir un juicio de valor sobre su resultado ya que al conocerse el mismo nuestra revista ya estaba impresa, empezando a circular. No obstante, al abordar la corrupción, contribuimos para que el nuevo gobierno que asumirá el próximo 15 de agosto lo tenga como una prioridad absoluta. Es una cuestión de vida o muerte para la República.

 
 

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