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Año 43 - N° 505 - Junio 2025

Editorial

Cooperación internacional: más que acuerdos, compromisos reales

En un mundo profundamente interconectado, donde los desafíos sociales, ambientales y económicos trascienden fronteras, la cooperación internacional ya no es una opción secundaria, sino una necesidad estructural. El cambio climático, las crisis migratorias, las pandemias y la inestabilidad de los mercados nos recuerdan a diario que ningún país puede avanzar de manera sostenida si no articula sus esfuerzos con los de otros.

Sin embargo, persisten señales preocupantes de repliegue y aislamiento. Un ejemplo reciente es el del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien intenta restringir el acceso de estudiantes extranjeros a universidades como Harvard, afectando a miles de jóvenes de todo el mundo. Esta política, que ya enfrenta cuestionamientos judiciales, pone en peligro el intercambio académico y científico, fundamentales para la innovación global. Sumadas a sus posiciones arancelarias extremas, estas decisiones proyectan una visión cerrada y regresiva en un momento en que el mundo necesita más diálogo, más intercambio, más cooperación.

En este escenario, el reciente acuerdo firmado entre Paraguay y Singapur para impulsar proyectos de créditos de carbono bajo el marco del Acuerdo de París representa una señal alentadora. El convenio abre la puerta a una mayor participación paraguaya en los mercados emergentes de sostenibilidad, y podría convertirse en una herramienta estratégica para atraer inversión, generar empleo verde y modernizar sectores clave.

Uno de esos sectores es el de la construcción, cuya huella ecológica es significativa, pero también su potencial de transformación. La adopción de prácticas sostenibles en diseño, materiales, eficiencia energética y planificación urbana debe ocupar un lugar central en la agenda pública si se quiere hacer coherente el discurso internacional con la acción interna. La construcción no solo levanta infraestructura física, también define el entorno social, la calidad de vida y la resiliencia de nuestras ciudades frente a los efectos del cambio climático.

A pesar del paso positivo con Singapur, Paraguay enfrenta serias debilidades estructurales: instituciones ambientales frágiles, baja inversión en innovación, escasa participación de actores técnicos en la toma de decisiones y una fragmentación preocupante en la planificación territorial. Estos vacíos limitan la capacidad de implementar con éxito acuerdos internacionales, y, sobre todo, de traducirlos en beneficios tangibles para la ciudadanía.

La cooperación internacional solo tiene sentido cuando se refleja en políticas públicas sólidas, con continuidad y visión de largo plazo. Firmar un acuerdo es un gesto valioso, pero insuficiente. Lo que realmente importa es que esas decisiones se conviertan en acciones que mejoren el día a día de las personas y fortalezcan la capacidad del país para desarrollarse de manera sostenible, justa y moderna.

Paraguay tiene la oportunidad de demostrar que los compromisos firmados no son solo símbolos, sino señales concretas de un rumbo más consciente, articulado y responsable. Esa es, en última instancia, la verdadera medida de la cooperación.

 

 

 
 

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