Edición N° 437 - Septiembre 2019

Retratista de vicios que perduran

 
  • En amena charla el humorista gráfico compartió con Mandu'a diversas anécdotas.

 

Desde fines de la década de 1970 hasta mediados de la de 1980 el humorista gráfico Aníbal Enrique Ferreira Menchaca, más conocido como Tata, desde una perspectiva crítica que tuvo que sortear las limitaciones impuestas por la dictadura, retrató en el diario Abc algunos de los aspectos más resaltantes de los duros tiempos que se vivían en el Paraguay. De estilo inconfundible, sus dibujos son un testimonio del pasado que todavía perdura en el presente.

En el periodismo, no hay arte más difícil que el del humor. En su vertiente gráfica, una imagen y un texto de máxima síntesis tienen que ser como disparos certeros que apunten a la esencia del tema abordado. Y, lo que no es poco decir, expresado con gracia, con ironía y con un profundo sentido crítico. Su materia prima es la multifacética realidad.

El humorista gráfico es un comunicador agudo y perspicaz, dueño de un poderoso radar que va captando las ondas de los hechos con una sensibilidad muy diferente a la de cualquier mortal común y corriente. Se aproxima a las situaciones sin inocencia: su propósito es encontrar el lado oscuro de la luna para recrearlo a través de su talento para narrar visualmente su percepción con humor.

En el Paraguay, el humor gráfico de calidad es coto de caza de pocos. Primero, porque solo algunos unen la capacidad de juzgar con ánimo punzante lo que sucede a su alrededor al don de transformar ello en un dibujo coherente con su pensamiento. Segundo, porque es peligroso. Los amos del poder no soportan mucho tiempo ver retratadas sus miserias -las personales o las de su gestión- por un francotirador que dispone de un espacio habitual para convertirlo en blanco de sus inspiraciones.

Desde los grabados de Cabichuí de la Guerra Grande, pasando por Miguel Acevedo, Chuchín Sorazábal y Andrés Guevara para llegar a la actualidad con Nico Espinoza y Mario Casartelli, entre otros, han sido pocos los que cultivaron con maestría esa forma del periodismo de opinión que “deforma” cuanto ve para, paradójicamente, hacerlo más notoriamente visible y descifrable.

A la estirpe de esos escasos y legendarios humoristas pertenece un nombre que a la mayoría no le sonará familiar: Aníbal Enrique Ferreira Menchaca, nacido en Asunción en 1936. Al mencionar su apodo cambia la cosa: Tata. Aquí sí ya es posible identificarlo con facilidad porque su firma -que es su apodo-  ha entrado ya a formar parte de la memoria colectiva.

En las páginas de la revista dominical del diario Abc, entre 1978 y 1984 -año en que la dictadura stronista clausuró el matutino fundado en 1967- sus dibujos y textos se volvieron parte imprescindible y habitual. Ya antes, en 1964, la figura de Tata había empezado a cobrar vuelo en la revista Farolito con la historieta que él tituló Ivo, el piloto audaz.

Una selección de 100 dibujos de Tata que llegó a la redacción de Mandu’a motiva el interés de rastrear las huellas del humorista que es también arquitecto especializado en proyecto y construcción de aeropuertos en Orly, Francia. Es, además,  piloto aviador civil y comercial.

A unos 40 años de haberlas concebido y publicado, muchos de sus dibujos siguen siendo de terrible actualidad evidenciado que ha transcurrido el tiempo, pero muchas realidades, en lo sustancial, siguen siendo las mismas en nuestro país.

Tata recuerda que comenzó a dibujar a los 8 años y que fue el ilustrador de los libros del dramaturgo Arturo Alsina, su tío. La única vez que recurrió a un maestro para pulir su arte fue cuando asistió, apenas durante dos meses, a las clases que daba el pintor español radicado en Asunción Francisco Torné Gavaldá. El resto de su aprendizaje fue fruto de su genio y su ingenio.

“En 1978 volvía yo de Venezuela donde viví y trabajé unos años. A través de su secretario Rufo Medina, mi primo, el director de Abc Aldo Zuccolillo supo que yo dibujaba. Me llamó, fui a conversar con él y acordamos que publicaría un dibujo cada domingo. Controlaba estrictamente mis trabajos y como en 20 ocasiones me censuró diciendo que eran muy fuertes. Entonces, cuando no publicaba la página de alusión a lo político, aparecía la serie ‘Asunción de antaño’”, recuerda el arquitecto Ferreira Menchaca.

“Los viernes de mañana entregaba mi material. Los jueves de tarde empezaba a elaborarlo trabajando toda la noche muchas veces. Yo estaba muy enterado de lo que ocurría en el Paraguay y elegía para dibujar un tema de la actualidad de aquel momento.  Sabiendo cuál era nuestra realidad, criticaba pero sin ser grosero”, rememora.

“Lo relacionado a Pastor Coronel y al general Brítez no podía publicar por razones obvias. Sin embargo, le caricaturicé a Montanaro, Ugarte Centurión y al propio Stroessner, en dos ocasiones. Él me conocía a mí. No eran cosas fuertes, pero él estaba dibujado. Una vez era en una escena con el presidente brasileño Figueiredo jugando truco, cada uno defendiendo los intereses de sus países y otra vez en una elección donde él estaba arriba seguro y los opositores pujaban por el segundo puesto.”

Cuenta también que para la reapertura de Abc, tras cinco años de cierre, con la caída de Stroessner, Zuccolillo lo volvió a llamar. “Le dije que no porque no podía ser juez y parte debido a que el ingeniero Díaz Benza me había llamado para formar parte del Consejo de la Conavi. Le dije que le diera oportunidad a jóvenes humoristas gráficos, citándole a Caló, que es muy bueno”, precisa.

Una rápida muestra de sus obras

La arquitectura del humor de Tata es la siguiente: hay un -dos a veces- dibujo en el que los textos que le circundan indican mil y un detalles insólitos, o una imagen con un texto rimado en forma de poesía, o un título periodístico al que acompaña la reproducción de una noticia publicada en Abc.

“El humor de Tata no se resuelve en un solo plano sino a través de un laberinto de detalles, a tal punto que hay veces que la nota irónica y punzante no se encuentra en el motivo principal sino en las anotaciones ‘hechas al margen’ que muy bien puede ser un cartelito colgado en cualquier parte del paisaje, un comentario hecho como de pasada o en sus famosos angelitos que, arriba de una nube, se refieren al tema”, escribe el periodista y escritor Jesús Ruiz Nestosa en la presentación del álbum que reúne un centenar de dibujos seleccionados por el autor para regalar a sus amigos y a los interesados en sus obras.

De esa muestra, se escogen aquí algunos de sus dibujos. El criterio es su vinculación con la realidad actual, aunque en un caso -el de Montanaro-, la selección responde al deseo de rememorar facetas de la nefasta dictadura stronista.

De 1979 es la imagen de una “prebera” que en un San Juan Ára recibe a dos hombres vestidos con camisetas de los diarios Última Hora y La Tribuna queriendo saber su futuro. Ante sí la adivina con una vela en la mano tiene una latona en la que gira el número 435. El texto de abajo dice “San Juan dice que Sí, pero San Bino dice que NO!”.

“Los dos diarios habían sido clausurados por orden del ministro del interior Sabino Augusto Montanaro en aquellos días de San Juan. Sus directores Paciello y Papu Rojas preguntan a la pruebera por el futuro de sus medios. El número es la ley que había sido utilizada para los cierres”, recuerda Tata.

El dibujo tuvo su repercusión al día siguiente, lunes, en el Palacio de Gobierno. “Me contaron que cuando Montanaro llegó para la reunión de ministros, todos le dijeron ‘San Bino, San Bino’ y se rieron de él. Él se puso rojo como un tomate. Apareció Stroessner y el general Samaniego le contó lo del chiste y la cara roja de Montanaro. Stroessner se rió nomás. Me conocía a mí y a mi hermano que había sido su piloto”, termina de narrar Tata.

Los baches en las rutas que se convierten en mortales pozos fueron tiroteados en un dibujo. El hombre que se encuentra en un agujero de la Transchaco le pregunta al que está arriba, al borde del boquete, si quién es. “El inspector de fisuras”, le responde. Cualquier semejanza con la realidad actual -en lo que atañe a las zanjas ruteras- no es mera coincidencia sino algo que sigue siendo parte del obstáculo a vencer.

Como “Una torta codiciada” aparece la binacional Yacyretâ. “Comensales a montones/ y de los más comilones/ tendrá que ser Papá Noel/ quien reparta el pastel” dice la cuarteta rimada debajo del dibujo. Codicia de ayer, codicia de hoy. Siempre lo mismo.

El problema social de los precios de los artículos de consumo cotidianos con los salarios que no alcanzan era presentado como “La gran carrera”. Hoy la desigual competencia no ha terminado.

En fin, para tener una idea de la creatividad de Tata, basten estos botones.

 


Una historia de cinco siglos

Un blanco reiterado de las caricaturas de Tata era el desorden de las calles de Asunción. Por eso, con un título que dice: “Hijos míos…poneos de acuerdo los unos con los otros”, perteneciente supuestamente a un salmo según San Carulo, se ve desde arriba el dibujo del sarambí (desorden) de las calles capitalinas donde se estorban trabajos emprendidos por la Municipalidad, la Corposana (hoy Essap), la Ande y la Antelco (hoy Copaco). Bastará recorrer las calles asuncenas para reencontrarse con una ciudad repleta de peligrosos agujeros.

En la ironía del cuento “La ciudad tranquila” se repite, desde otra perspectiva, el despelote de las calles asuncenas.

El raudal asunceno -que perdura-, es retratado con un lector de diario que en una parada de ómnibus a duras penas se mantiene el equilibrio en la corriente de agua impetuosa que le rodea.

A 482 años de su fundación, Asunción sigue enredada en su interminable caos. Esa imagen es retratada por Caló -heredero de Tata- en la contracara de la última página de la revista de Abc del domingo 11 de agosto pasado. En un viaje en el tiempo el fundador de Asunción, Juan de Salazar de Espinoza, está atrapado…en el bache de todos los días.

Abc Revista - 11.08.19

 

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